viernes, 15 de julio de 2011

Cúpula de notas mortales y solitarias

Así era su vida. Una dulce melodía que acaricia un pentagrama, cada nota que le hacía cosquillas en lo más hondo, cada cuerda que se tensaba y vibraba produciéndole un escalofrío que comenzaba en la yema de sus dedos. Cerraba los ojos y dejaba que cada sensación la llenara por dentro. Inspiraba y expiraba, una y otra y otra vez hasta que le ardían los pulmones, hasta que sus labios resecos suspiraran de nuevo con cada silencio marcando el paso de los compases. Y así, como ella misma, se unió a su instrumento solitaria a emprender un camino sinuoso y pobre, donde ambos se alejaron. Para siempre.

2 comentarios:

Beatriz Sanchez Hdez dijo...

Muy bonito, me hace sentirme identificada.

Anónimo dijo...

Precioso texto. Y es que a veces los caminos que comenzamos no sabemos hacia dónde van!
besines