domingo, 18 de septiembre de 2011

Querido diario, hoy no me alegro de verte

Y lo daría todo. Todo por aprovechar cada segundo que voy dejando atrás. Uno por uno sería como vivir de nuevo. Veo como todo ha cambiado, como empiezo a reírme de mí en mi diario de 2005 y como me entristezco leyendo el de 2011, descubriendo en esta época que es la única persona con la que puedo desahogarme. Una persona... ¿qué tontería no? Sin embargo, lo único que he conseguido aprender es que con el paso del tiempo todo parece menos doloroso y casi se asemeja a un lugar estable en el que vivir. Preguntándome que será lo siguiente, aunque si no me rendí antes, ¿por qué iba hacerlo ahora? Lucharé hasta el final. Incluso sin escudo y espada sigo teniendo las uñas.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Tormento en tormenta

Agarrada a mi tazón de leche caliente con ambas manos me asomo a la ventana, donde una tormenta amenaza y azotea el cristal. Algo me oprime la garganta, estoy cansada y no consigo dormir. A penas diez minutos y siempre son pesadillas, pesadillas en las que alguien muere. La tormenta ha acallado cualquier forma de comunicación más allá de las cuatro paredes de mi casa. Debería relajarme y respirar, intentar no preocuparme por las dos que de alguna manera ahora son mis amigas y dormir de una vez por todas. Antes rezaba porque la lluvia repiqueteara contra mi ventana. Me gusta, de hecho. Ahora sólo quiero que termine, pero me aterra el saber que ha pasado, porque de alguna manera sé que haberlas dejado bajo estos truenos fue una mala idea. Algo me dice, muy en el fondo, que esta tormenta es diferente.