martes, 30 de agosto de 2011

¿Confías en mí?

Vamos, dímelo. Dime que escondes tras esa cortina de pensamientos. Puedes confiar en mí, sabes que puedes entonces, ¿por qué me callas con el silencio y una sonrisa de indiferencia? No me digas que no es justo, me preocupo por ti. Secretos, secretos, siempre rondando por tu mente y nunca se te ocurre que también pueden caminar por mi sendero. Me ha costado, pero lo he conseguido. Ya lo sé todo sobre ti. Te miro y veo más allá que los demás. ¿Perdona? Estaba pensando en ti, así que no he podido escuchar la pregunta. ¿Qué que hay de mi? Vaya... sonrío con indiferencia, mi vida es el fondo abisal, allí donde nadie nunca ha conseguido llegar, allí donde nadie jamás sabrá lo que habita y se cuece. Indícame el camino, me comenta, me susurra que lo se todo sobre él pero que él no sabe nada sobre mí. <<No es fácil, algún día lo sabrás>> susurro a su vez, <<Ha sido sencillo averiguar todo sobre ti y ahora te tengo atrapado, ¿desde cuándo la araña le cuenta a la presa su vida? Eso sólo tiene un nombre. Debilidad.>> pienso, pero por supuesto, no lo digo. Le acaricio la línea de los pómulos con ternura, pero no es lo mismo. No. Se acabó la diversión. Ya no me sirve.