martes, 30 de agosto de 2011

¿Confías en mí?

Vamos, dímelo. Dime que escondes tras esa cortina de pensamientos. Puedes confiar en mí, sabes que puedes entonces, ¿por qué me callas con el silencio y una sonrisa de indiferencia? No me digas que no es justo, me preocupo por ti. Secretos, secretos, siempre rondando por tu mente y nunca se te ocurre que también pueden caminar por mi sendero. Me ha costado, pero lo he conseguido. Ya lo sé todo sobre ti. Te miro y veo más allá que los demás. ¿Perdona? Estaba pensando en ti, así que no he podido escuchar la pregunta. ¿Qué que hay de mi? Vaya... sonrío con indiferencia, mi vida es el fondo abisal, allí donde nadie nunca ha conseguido llegar, allí donde nadie jamás sabrá lo que habita y se cuece. Indícame el camino, me comenta, me susurra que lo se todo sobre él pero que él no sabe nada sobre mí. <<No es fácil, algún día lo sabrás>> susurro a su vez, <<Ha sido sencillo averiguar todo sobre ti y ahora te tengo atrapado, ¿desde cuándo la araña le cuenta a la presa su vida? Eso sólo tiene un nombre. Debilidad.>> pienso, pero por supuesto, no lo digo. Le acaricio la línea de los pómulos con ternura, pero no es lo mismo. No. Se acabó la diversión. Ya no me sirve.

4 comentarios:

José Antonio del Pozo dijo...

esa delicada linea introspectiva tuya, esa dialéctica de sutiles telarañas y de pómulos acariados es muy cautivadora, yo creo que lo sabes. (bueno, por eso se te sigue, AmPi95, avantti)
Saludos blogueros

Anónimo dijo...

guardar secretos no nos suele llevar a nada bueno, es necesario abrirse a quien te quiere para que todo fluya de una manera natural.
besines

Anónimo dijo...

Citando a Calamaro en su tercio de los sueños: "no le tuvo piedad y después de jugar se lo desayunó". Saludos.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Yo confío en ella, hasta la muerte...

Saludos y buena tarde de viernes.